Libros de I y II dePedro

Libros de I y II de Pedro

Simón Pedro

Su nombre de nacimiento era Shimón (Simón) Bariona o Bar Jona (que quiere decir el hijo de Jonás o de Juan), pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (del griego πετρos, 'piedra') al reconocer que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Pablo lo llamó en sus escritos כיפא, "Keyfas", el equivalente arameo de Pedro, aun cuando se piensa que predicaba en griego; Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón Pedro". Jesús no sólo reconoció en Pedro haber sido inspirado por Dios Padre, sino que también le llamó despectivamente como Satanás, por no poner su mirada en las cosas de Dios, sino en la de los hombres; (ver Mateo 16:23) Simón Pedro negó conocer a Jesús tres veces antes de su muerte y a causa de ello lloró amargamente Mateo 26:75.

No se conoce otro caso en la historia anterior a este donde una persona haya sido llamado piedra, excepto a Abrahám en Isaías 51:1-2 y a Yahveh durante todo el Antiguo Testamento.

El nombre de Pedro en arameo fue Kefás כיפא (Roca) traducido al griego como πέτρος (Petro).

Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος) como la masculinización de Petra (πέτρα) es decir Roca, no realizan la traducción a lithos (λίϑος) que vendría siendo piedra del camino y con lo cual pudiera interpretarse que seria una piedra pequeña.

Griego Original del Códice Sinaiticus: καγω δε ϲοι λεγω οτι ϲυ ει πετροϲ και επι ταυτη τη πετρα οικοδομηϲω μου την εκ κληϲιαν και πυλαι αδου ου κατιϲχυϲου' Mateo 16:18

πέτρος: Petro

πέτρα: Petra (Roca)

Biografía

Conocemos la vida de Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento más algunos documentos de Clemente Romano, Papa a finales del siglo I y que con bastante probabilidad le conoció, que tratan de los últimos años de su vida. De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; estaba o había estado casado, puesto que la curación de su suegra se recoge en los evangelios sinópticos (Mateo 8:14-17, Marcos 1:29-31, Lucas 4:38). Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido una hija.

Pedro fue incorporado al grupo de los apóstoles a principios del ministerio de Jesús en Galilea. Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras haberse contado ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús invitó a los dos hermanos a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.

Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la Biblia, fueron testigos de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:1). Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8:29) recibiendo de Jesús el apelativo de Pedro (piedra) sobre la cual edificaría su Iglesia (Mateo 16:13-20).

Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser seguidor de Jesús. En ese mismo episodio, Jesús le dijo "y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:32). En esta tarea encomendada por Jesús a Pedro de confirmar a sus hermanos, es otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás Apóstoles. Aun cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27). Luego de la resurrección, según lo relata Juan, (Juan 21:15-17) Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos.

Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había sido especialmente atendido por Jesús (en Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro), los testimonios no son siempre coherentes. El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés (Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los Apóstoles (Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42). Es el primer apóstol en obrar un milagro público: tras invocar el nombre de Jesús cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hechos 3:1-10), en otra oportunidad resucita a una mujer (Hechos 9:36-43). Se constituye en juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25). Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesárea. Tiene una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús se extiende también a los gentiles. En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca del resto de los apóstoles, hay una confirmación de su enseñanza de que él ejercía el primado sobre ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el que bautizó al primer cristiano no judío, en Cesárea, debido a una visión tenida en Joppe, el Centurión Cornelio y a su gente (Hechos 10:1-33). Más tarde, se trasladaría a Roma.

El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones (1Corintios 1:12).

Pablo habla de él trasluciendo un lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia primitiva: "...como lo hacen los demás Apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas..." (1Corintios 9:5), "...Santiago, Cefas y Juan –considerados como columnas de la Iglesia..." (Galatas 2:9).

Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo, no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesárea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.

Se relata que Pedro acabó sus días en Roma, donde habría sido obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino mandó construir la gran basílica vaticana.

Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado. Algunos retrasan la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia, en el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma". Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesárea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.

Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas eras comunes entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates estaba en ruinas y el término "Babilonia" habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5). No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.

En todo caso, es concluyente la evidencia de que, cuando Pablo escribió su epístola a los Romanos, Pedro no se encontraba en Roma.

Búsqueda de sus restos

En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En este edificio pequeño se encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba "Petrus Eni" (Pedro está aquí). Asimismo, se encontró un lugar donde debería encontrarse la tumba, pero no se halló nada. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de Pedro.

Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones y descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras "P", "PE" y "PET" como abreviatura del nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo, hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad.

Los restos físicos de Pedro habrían sido encontrados años después. La arqueóloga elaboró la siguiente teoría: cuando Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el martinete para derribar muros y, deseando llegar rápidamente a la tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de desechos. Monseñor Cas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin conocerse su procedencia.

El antropólogo Venerando Correnti estudió los huesos y señaló que había huesos humanos y de ratón, un ratón que debió de haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes características:

Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.

Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpu­ra y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adherida a algunos huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.

Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.

En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confossione della Basílica Vaticana ("Las reliquias de Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"), libro muy discutido por la comunidad científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol.

Escritos

Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus discípulos. Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo, los originales griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en un rústico pescador cuyo primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego ni retórica (Hechos 4:13). La explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro sus opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para hablar en su nombre.

Sin embargo, la autoría por San Pedro de la segunda epístola está muy discutida. El comentario de la Biblia de Jerusalén dice que "muchos críticos modernos se niegan por su parte a atribuirla a San Pedro, y es difícil acusarles de estar equivocados". De acuerdo con los estudios de Raymond E. Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor del año 350 y luego fue rechazada por muchos cristianos. En Oriente su aceptación llegó aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la primera mención del texto es una referencia a Orígenes recogida por Eusebio alrededor de 250. Numerosos autores han señalado que el estilo es muy similar al de una carta apócrifa antiguamente atribuida a Clemente Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que es posible que su autor fuese el mismo. Razones arguméntales han demostrado que su redactor conocía la epístola de Judas.

Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las palabras o los hechos de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha cuestionado su autenticidad. Éstas incluyen:

  • El evangelio de Pedro.

  • Los Hechos de Pedro.

  • Una carta de Pedro a Felipe, conservada en la biblioteca Nagy Hammadi.

  • Un Apocalipsis de Pedro, considerado auténtico hasta entrado el siglo IV.

  • La epístola Petri, una carta que consta al inicio de algunas versiones de las obras de Clemente.

Iconografía

Por considerarse a sí mismos herederos de la que llaman profesión petrina, los papas de la Iglesia Católica Romana llevan un anillo con la imagen del santo echando las redes al mar, llamado Anillo del Pescador.

En el pasaje de Mateo 16 de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús habría nombrado piedra o roca a Pedro cuando reconoció a Cristo como Dios y Señor. El evangelista añade que el Apóstol recibirá las llaves del cielo y de la tierra. Éste es el fundamento de la representación habitual de Pedro en la iconografía como portador de un par de llaves, como suele verse en las imágenes del Apóstol Pedro como fundador de la sede de Antioquia. Estos elementos también están presentes en la heráldica vaticana en cuanto que los Papas se consideran los sucesores de Pedro.

La tradición de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa reconoce como primer obispo de Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer fundador y misionero de la primitiva comunidad cristiana de Roma, en tanto que reserva para el Apóstol Pedro el título de Corifeo (director del coro) de los apóstoles.

 

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