¿Por qué se nos hace tan difícil hacer la voluntad de Dios?

¿Por qué se nos hace tan difícil hacer la voluntad de Dios?


Se nos hace difícil porque somos perezosos. No es porque no sabemos cuál es Su voluntad sino porque simplemente somos vagos, perezosos.

Toquemos algunas cosas que Dios nos pide que hagamos consistentemente ósea todo el tiempo. Primeramente, Dios nos pide que cumplamos con Sus mandamientos. Aquí hay mucha tela para cortar, y porque hay mucha tela para cortar, nosotros automáticamente cancelamos la idea de estudiar a profundidad los mandamientos.

Miremos el primer mandamiento en Mateo 12:29. Uno de los maestros que estudiaba la ley en aquellos tiempos le pregunta a Jesús lo siguiente;

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Jesús le contestó:
El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”

Ahora, la pregunta del millón es la siguiente; ¿Cómo yo puedo amar a Dios si nunca lo he visto? ¿Cómo es posible que lo pueda amar con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con toda mi fuerza si nunca lo he visto físicamente? Estas son preguntas válidas, no son fácil de procesar y no podemos tapar el cielo con la mano. Muchas veces oímos a personas que dicen que aman a sus hijos, padres, amistades, novios(as), espesos(as), etc. y luego con la misma boca dicen que los odian. Estamos hablando de personas que se pueden ver físicamente, personas que no son invencibles si no visibles. ¿Cómo es posible que en un punto de sus vidas dicen amarlas y luego decir que las odian? ¿Cómo es posible? ¿Será genuino el amor que claman o sera un amor hipócrita, un amor por conveniencia?

Desafortunadamente, en este grupo que dice amar, está incluido el que se califica como cristiano, cuando la contestación a esta pregunta por parte de la persona que se auto justifica ser cristiano debe de ser más sólida que la del inconverso. El cristiano debe de saber que todos los negocios de Dios deben de ser por fe y no por vista. La contesta de un verdadero cristiano a esta pregunta debería ser la siguiente; De la manera que yo demuestro que amo a Dios con todo mi corazón, alma y mente es cuando obedezco los mandamientos que le siguen a Su primer mandamiento. Observemos lo que nos dice la Palabra acerca de demostrar si amamos a Dios de verdad;

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de Él. En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”

Por otra parte, Dios nos deja saber que Él sabe si nosotros lo amamos o no. 1 Juan 2:3-17 nos dice lo siguiente; “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.”

En resumidas cuentas, de la manera que hacemos Su voluntad es comenzando por amar a Dios como Él lo espera. Una vez nosotros podamos procesar como amarlo, luego todo lo otro cae automáticamente en su sitio, todos los mandamientos que le siguen caen en su sitio. Especialmente el segundo mandamiento el cual es semejante a el primero, en Mateo 12:31 nos dice: “Pero hay un segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ningún mandamiento es más importante que éstos.”

Entonces, la pregunta debe de ser: ¿Cuál es la voluntad de Dios y en que se basa la voluntad de Dios? La voluntad de Dios es que lo amemos y amemos al prójimo. Su voluntad se basa en el amor. Nos dice claramente que Su voluntad es que lo amemos a Él y que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si logramos amarlo y amar a otros entonces estamos cumpliendo con Su voluntad y todo lo demás nos va a llegar por añadidura.

Les tengo noticias buenas para todo aquel que es ateo, inconverso. Dios está siempre cerca de aquellos que están contrito de corazón. De aquellos que están faltos de salvación. Medita lo que te dice la Palabra si crees que Dios está lejos de ti.

Medita en el versículo de Salmos 34:18 si crees que Dios no está interesado en ti;

“El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza.”

Depende de ti si quieres ser salvo o no. Dios está cerca, Dios está esperando que tu voluntariamente lo acepte como Salvador. Este versículo está a favor de Dios y en contra tuya cuando llegue el día del juicio. No hay excusas, no vas a poder reclamar diciendo; ¿dónde estabas Dios? ¿Por qué no estabas cerca de mi cuando más te necesitaba? Este versículo te deja ver claro que Dios está cerca de aquellos que necesitan la salvación. Léelo nuevamente;

“El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza.”

Para que puedas amar a Dios tiene que creer en Cristo y aceptarlo como tu Salvador. Para que puedas amar al prójimo como a usted mismo tienes que aceptar a Cristo como a tu Salvador. Una vez hecha esa parte estas haciendo Su voluntad.


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