¿Cuándo es permitido, bíblicamente, parar de evangelizar?
¿Cuándo es permitido, bíblicamente, parar de evangelizar?
La vida cristiana
La mayoría de los inconversos tienen los ojos puestos en el comportamiento de los cristianos. Siempre tengo que aclarar que los cristianos somos todos aquellos que hemos creído en Cristo y que la salvación viene a través de él. Somos todos aquellos, sin importar la denominación (católicos, bautistas, pentecostales, etc.) que han aceptado a Jesucristo como Señor y salvador.
Lo que los inconversos no saben, es que, los cristianos, seguimos batallando con nuestro comportamiento para poder dar un buen ejemplo ante sus ojos. El inconverso cree que cuando una persona asiste a la iglesia que ya es cristiano. No sabe que uno para ser cristiano debe de creer y aceptar a Cristo.
Cuando los inconversos oyen que uno ha aceptado a Cristo, luego, por alguna razón u otra piensan que uno tiene que cambiar automáticamente. Por alguna razón ellos creen que la transformación se da como cuando uno prende y apaga una bombilla. ¿Por qué lo digo? Porque cuando nosotros éramos inconversos pensábamos de la misma manera. ¿Te acuerdas? Aceptamos al Señor creyendo que automáticamente el Señor nos iba a cambiar, como que iba a usar una varita mágica. Por falta de conocimiento nunca nos pasó por nuestra mente que la transformación es un proceso y que este proceso conlleva tiempo con tribulaciones. Medita lo que nos dice 2 Timoteo 2:3 “Tú, pues, sufre aflicciones como fiel soldado de Jesucristo.”
Una vez aceptamos a Cristo como nuestro salvador nos convertimos en soldado de él. Nos aclara el versículo que vamos a tener aflicciones y que vamos a sufrir. En palabras sencillas, nos deja saber que la vida cristiana no va a ser fácil.
Ahora, vamos a ver esas aflicciones de una manera positiva. Primeramente, ya sabemos que aflicciones van a venir con o sin Jesucristo. Segundo, sabemos que las aflicciones como tal pueden ser devastadoras. Usando mi propio testimonio, todas mis aflicciones en mi tiempo de inconverso me arroparon de pies a cabeza. Siempre me encontré sofocado para resolverlas, quería solucionarlas de la noche a la mañana y nunca ocurrió. Todas me cogieron tiempo y otras tiempo y medio, sin embargo, una vez que acepté a Cristo, pude ver la diferencia. La diferencia de estar en una aflicción bajo la bendición de Dios es totalmente diferente a cuando era un inconverso. Nosotros como cristianos tenemos que saber, que Dios está con nosotros, que nunca nos va a abandonar. ¿Por qué? Porque está escrito; medita en el siguiente versículo en Salmos 9:10 “En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre, porque tú, oh SEÑOR, no abandonas a los que te buscan.”
Tenemos que tener paciencia con la generación inconversa, tenemos que seguir evangelizando la Palabra poco a poco. Evangelizando con conocimiento y entendimiento. No me cansare de repetirlo una y otra vez, nosotros simplemente somos el mensajero con el mensaje, nada más. La obra es de Dios, el comenzó la obra y él la ha de terminar. En esa obra estamos nosotros, el ser humano.
Dios es el que trae a uno al punto donde uno reconozca, que uno debe de clamar por salvación. Dios, te escoge, te presenta el mensaje de salvación por un siervo elegido por él, te lleva al lugar donde necesitas oír el mensaje de salvación o te pone en una situación donde él sabe que tú necesitas ver que estas falto de él, de Jesucristo padre. Medita en el siguiente versículo donde se deja ver el amor y la misericordia de Dios por la humanidad, donde tanto tu como yo estamos incluidos. Oseas 11:8 dice; “¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿{Cómo} podré entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como a Adma? ¿{Cómo} podré tratarte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se enciende toda mi compasión.”
Nosotros, los cristianos, tenemos que recordarnos que Dios no vino a condenar al ser humano, sino que vino a darle vida en abundancia. Ese es Su primer objetivo. Recordemos donde lo dice en Su Palabra, en Juan 10:10;
“El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Dios desea grandemente en Su corazón que voluntariamente toda la humanidad crea en él, al punto que nos deja saber también cual es la misión de Satanás dentro del mismo versículo. El versículo como tal tiene un parecido a cuando nosotros los padres aconsejamos a nuestros hijos. Muchas veces le decimos a nuestros hijos qué deben de hacer lo bueno y por otra parte les dejamos saber que puede haber consecuencias si ellos deciden hacer lo contrario. De esa manera no los deja ver Dios, cuando nos dice que él vino a dar vida en abundancia, pero si no lo aceptamos que vamos a tener consecuencias por dejar que Satanás nos siga mintiendo, nos siga robando y al final que le permitamos que nos quite la vida.
También hay que saber que Dios nos deja saber que no toda la humanidad se va a salvar. Nos deja saber que si llevamos el mensaje y no es bien recibido que sigamos caminando para alcanzar a alguien que lo acepte. Esto es un misterio y él es el único que sabe lo que significa este misterio. Medita en el siguiente versículo de Mateo 10:13-15, cuando les ordena a los discípulos de llevar el evangelio por todo el mundo, Jesús envía a los doce;
“Y si la casa es digna, que vuestro saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que vuestro saludo de paz se vuelva a vosotros. Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.”
Jesucristo mismo vivió esta situación en Su propio país, Israel. Lo echaron, no le permitieron que llevara el mensaje. ¿Qué hizo?, Se fue. Medita en los siguientes versículos de Mateo 8:28-34 donde lo rechazan;
“Y cuando Él llegó a la otra ribera, a la región de los gergesenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, fieros en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y he aquí, clamaron diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Y lejos de ellos, estaba paciendo un hato de muchos puercos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de puercos. Y Él les dijo: Id. Y ellos saliendo, se fueron a aquel hato de puercos; y he aquí, todo el hato de puercos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. Y los que los apacentaban huyeron; y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había acontecido con los endemoniados. Y he aquí, toda la ciudad salió a encontrar a Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.”
Este acontecimiento nos enseña que si no nos aceptan y ni mucho menos el mensaje de salvación, que sigamos caminando y le evangelicemos a otros. A otros que van a entender el mensaje y van a creer en Cristo y que lo van a aceptar como el Salvador y Señor.