Perdonar
Perdonar
El perdón es una palabra con un peso significante. Veamos la definición de “Perdonar”.
perdonar
verbo transitivo/verbo intransitivo
1.Olvidar [una persona] la falta que ha cometido otra persona contra ella o contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ella, o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra tiene con ella.
"perdonar una deuda; no le perdonó lo que hizo; hay que saber perdonar"
2.Librar a una persona de un castigo o una obligación.
Vamos a discutir la primera parte de la definición. La definición comienza con la palabra “OLVIDAR”. Ahora, para poder entender y aplicar el perdón preguntémonos: ¿Qué significa “OLVIDAR”?
Olvidar
verbo transitivo/verbo pronominal
1.Perder la memoria o el recuerdo de una cosa.
"olvidó los nombres de sus viejos amigos; me he olvidado de tu apellido"
2.No tomar una cosa de un sitio o no ponerla en un sitio por descuido.
"he olvidado las llaves; se olvidó de la sal y la ensalada estaba sosa; se han olvidado de los libros"
Note que para que el perdón sea efectivo hay que utilizar el “OLVIDO” como Dios lo hace cada vez que pecamos contra él. De la manera que el lo hace es como lo describe la primera parte de la definición “OLVIDAR”; “Perder la memoria o el recuerdo de una cosa”. Esta es la acción que utiliza Dios, Cristo Hijo cuando nos perdona.
Meditemos en el siguiente Versículo de Miqueas 7: 18-19 para verlo y entenderlo a toda capacidad:
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”
La clave de perdonar apropiadamente es cuando logramos aplicar el “Olvido” ósea cuando logramos perder la memoria o el recuerdo de la ofensa que nos hicieron.
Para poder ofrecer un perdón perfecto tenemos que concentrarnos como Cristo Dios nos perdona individualmente. De la manera que Dios perdona se basa en una cosa, se basa en “Misericordia”. Nosotros tenemos también que aplicar la misericordia a favor de la persona que nos ofende para que de esta manera la ofensa pueda ser “Olvidada”.
¿Qué sucede con nosotros? ¿Por qué no podemos olvidar en la totalidad para que el perdón sea efectivo?
Lo que sucede con nosotros es que el 99% perdonamos a media. Primeramente, nos engañamos diciendo que perdonamos cuando en realidad no usamos la clave secreta, “Olvidar” y desgraciadamente el perdón que se refleja es místico, temporal, por el simple hecho que no hemos aplicado el “Olvido”. Perdemos energía esperando que la persona que nos ofendió venga a nosotros y se arrodille por decirlo así y que nos pida perdón. Querremos que la persona que nos ofendió se humille delante de nosotros y si es posible que lo haga públicamente. Aprendamos que no es nuestra responsabilidad de hacer la parte de la otra persona, no nos corresponde. La persona que nos ha ofendido es totalmente responsable por pedir perdón por su ofensa. Esa persona es totalmente responsable por rendirle cuentas a Dios, así como usted y yo. Enfoquémonos en hacer nuestra parte, oremos para que Dios le de discernimiento a esa persona por su falta y pueda hacer su parte, perdonar aplicando la clave, el olvido con misericordia.
Si usted alguna vez ha dicho que ha perdonado, pero continúa trayendo de nuevo el tema o la situación a la mesa, usted en realidad no ha perdonado en lo absoluto. Usted debe de examinarse, debido a que no ha sido un perdón genuino sino un perdón temporal causado por emociones.
Miremos ahora la segunda parte de la definición de “Olvidar”. La definición nos dice lo siguiente: “Librar a una persona de un castigo o una obligación.” Debido a la desobediencia de Adán y Eva en el huerto del Edén el ser humano como tal nace condenado. Nace con un espíritu muerto ante los ojos de Dios. Para que el espíritu del ser humano tenga vida ante los ojos de Dios tiene que voluntariamente creer que Cristo es el Señor, Hijo de Dios y confesar que es un pecador. Cuando logra hacer su parte entonces Dios hace la que le corresponde a él. ¿Cuál es? Perdonarlo y darle la recompensa, liberarlo del castigo. ¿Cuál es el castigo para el ser humano de antemano designado por Dios? El infierno, por una eternidad. En este caso en específico, cuando nosotros voluntariamente hacemos lo que Dios desea que hagamos para conseguir la salvación, entonces, el hace la suya. La cual es perdonar, olvidar nuestras iniquidades y pecados genuinamente. De la misma forma que Dios perdona de la misma forma espera que nosotros perdonemos, olvidando al que nos ofende por misericordia.
El perdón es una bendición de parte de Dios. Es tan así que él mismo lo dejo ver constantemente, cuando lidiaba con Su pueblo directamente y cuando envió a Jesucristo a rescatarnos de la muerte. Él ha sido nuestro ejemplo. Por lo tanto, si él siendo Rey de reyes y Señor de señores nos perdona, entonces, ¿Por qué nosotros nos negamos a perdonar apropiadamente? Si verdaderamente miramos el perdón mas a fondo, podemos darnos cuenta que está diseñado para que uno escoja. A nuestro favor ósea para que uno se beneficie cuando perdonamos apropiadamente o de lo contrario para que uno mismo sea el perjudicado cuando seguimos amargados. Meditemos en estos dos versículos a continuación para poder saborear mejor lo que significa perdonar correctamente, al 100%.
Hebreos 12:15 nos dice lo siguiente; “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios; no sea que brotando alguna raíz de amargura, os perturbe, y por ella muchos sean contaminados;”
En este versículo nos deja ver que cuando uno no perdona adecuadamente por lo general se queda una raíz de amargura y que dicha raíz puede ser un estorbo donde otros pueden ser contaminados cuando usted comparte su amargura a su favor con otros. Este versículo de Hebros 12:15 se presta para darnos un aviso. Nos advierte que no permitamos sembrar una raíz de amargura cuando nos ofenden.
Luego nos deja ver cuales van a ser las consecuencias si no perdonamos apropiadamente. Nos dice lo siguiente en Marcos 11:26 con un texto simple y perfecto; “Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.”
Utilicemos estos dos versículos anteriores como escudo para no caer en la amargura del enejo. Para que nuestro corazón pueda misericordiosamente olvidar apropiadamente y que este olvidar sea el fruto del perdón que a Dios le agrada.
Mi consejo para usted es el siguiente; cada vez que alguien te ofenda directamente o indirectamente concéntrate en lo siguiente;
Aplique inmediatamente lo siguiente a su situación; tranquilidad, serenidad, respira profundamente, cuente hasta 99, no tomes acción de inmediato, se tardó para hablar, tomate tu tiempo para confrontar y cuando te decidas confrontar la situación lleva contigo una lista de preguntas que hagan sentido. Y lo más importante de todo abre tus oídos. ¿Por qué? Porque el oír es la raíz de la comunicación. Si no escuchas a perfección a la persona que te confronta entonces no podrás analizar la situación y ni mucho menos podrás hacer las preguntas adecuada el día que te decidas confrontar a esa persona.